Acontecimiento vacacional


Son la 1.51 am, estoy en el balcón. Los demás van a salir pero yo me quedo; me quedo porque no me siento cómoda, porque no pertenezco. Ellos no tienen la culpa de que sea una infiltrada.
La situación está medio tensa, brusca, pesada. Entonces recurro a mi soporte técnico, a mi cable a tierra, a la tranquilidad personificada; quien me menciona que es muy fácil para un adolescente agrandar las cosas. Que este sentimiento, tal vez en un año o dos, pueda no significar nada y se elimine de mi mente. Y además, que la gente con la que comparto hoy no va a ser la misma con la que comparta mañana. Su último consejo fue: "Tenés que vivir esta experiencia y aprender".
Con ojos llorosos y la garganta hecha un nudo, me aflojé...
Hay que aprender que a veces la ilusión de uno es mas grande que la realidad, y necesitamos, con el tiempo y a través de lo que vivimos, manejar esa realidad. Valorar lo que realmente merece la pena. Entender que a pesar de todo, al día siguiente salió el sol y se llevó la nostalgia. Aprender: que todo es experiencia, y que lo que no te mata te fortalece.

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