La suerte está en sus manos
Recuerdo que cuando era chiquita, mi primer pensamiento al pisar un patio grande lleno de pasto, era encontrar un trébol de cuatro hojas. Todos conocemos el mito sobre la suerte que portan, y para mí, en aquellos tiempos, hallar un pequeño ejemplar era lo que más anhelaba; así de una vez por todas, el destino cumplíría con su parte.
Luego de varios años (frustrados, ya que jamás encontré ninguno) aprendí que lo bueno nos llega cuando nos esforzamos, porque empeñamos hasta la última gota de nuestro cuerpo para realizar nuestras metas; porque trabajamos.
Solo nosotros podemos alcanzar esa suerte y felicidad. Y por más que deseáramos que exista el destino, o los tréboles de cuatro hojas, todos los méritos que obtengamos van a funcionar gracias a nosotros mismos.
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